En dos años, el nuevo coronavirus que apareció en Oriente Próximo ha afectado por lo menos a 723 personas, de las que han muerto 131, segúnel último recuento del Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC). Estas cifras se han disparado en el último mes, donde solo en Arabia Saudí los casos han aumentado un 86%.
Además de por este incremento, la enfermedad, denominada MERS (por síndrome respiratorio de Oriente Medio), preocupa por dos motivos: aunque se decía que se transmitía difícilmente entre personas, el 75% de los nuevos casos la adquirieron por el contacto con enfermos, y no con animales (se cree que el origen está en los camellos). Además, el próximo mes de julio tendrán lugar las populosas peregrinaciones a La Meca, y se teme que aparezca un brote en la ciudad. La mortalidad, un 18%, es bastante alta, aunque no tanto como el virus de la gripe H5N1 que aún circula por el sureste asiático, que sobrepasa el 50% o el ébola de Guinea, con más del 60%.
Ministro destituido
La enfermedad se ha cobrado otra víctima: el ministro de Sanidad de Arabia, Abdullah al-Rabiah, ha sido destituido en pleno pico de casos después de que afirmara que la situación estaba controlada. LaOrganización Mundial de la Salud (OMS) ha enviado un grupo de expertos para intentar atajar el problema. Según sus portavoces, nada explica el repentino aumento de casos. En un mensaje destinado a tranquilizar, afirman que se debe, en gran parte, a contagios dentro de los hospitales, lo que demuestra no tanto que el coronavirus se transmita fácilmente entre personas, sino que ha habido un descuido en el personal sanitario.
Además, sus estudios indican que el coronavirus pierde virulencia cuando se contagia entre personas. De hecho, solo han registrado dos contagios terciarios (que el virus haya pasado por dos personas antes de llegar al último enfermo), y muy pocos entre personas que convivían en la misma casa.
Aunque hay 15 países que han registrado casos, el foco se mantiene en la península Arábiga. El último enfermo detectado, un egipcio, vivía en Riyad, la capital de Arabia. De momento, la única recomendación emitida por las autoridades es que se evite el contacto con camellos y, sobre todo, la ingesta de leche o carne de estos animales sin cocinar.