Un equipo internacional de investigadores del dolor liderados por sus colegas de la Universidad de McGill en Montreal (Canadá) han hecho un curioso descubrimiento. Los ratones y ratas de su laboratorio sientenun estrés mayor ante la presencia de experimentadores varones, lo que les hace menos sensibles al dolor, mientras que se muestran completamente indiferentes si quien se encuentra en la misma habitación es una mujer. Al parecer, es el olor masculino lo que les hace reaccionar de esa forma. Los científicos, que han publicado su estudio online en la revista Nature Methods, creen que esto puede sesgar los resultados de las investigaciones con roedores.
Según el equipo, la presencia de los experimentadores varones produce una respuesta de estrés en ratones de ambos sexos equivalente a la causada por estar retenidos en un tubo durante 15 minutos o forzados a nadar durante tres minutos. Esta reacción inducida por el estrés hizo a las cobayas menos sensibles al dolor.
«Los científicos se susurran unos a otros en las conferencias que los roedores con los que investigan parecen ser conscientes de su presencia, y que esto podría afectar los resultados de sus experimentos, pero esto nunca había sido demostrado directamente hasta ahora», dice Jeffrey Mogil, profesor de psicología en la McGill y autor principal del artículo.
El equipo de investigación, que incluyó a expertos en dolor delHaverford College (EE.UU.) y del Instituto Karolinska en Suecia y a un experto quimiosensorial de la Universidad de Montreal (Canadá), descubrió que el efecto de los experimentadores varones en los niveles de estrés de los roedores no podía ser por su mera presencia. Tenía que haber algo más. ¿Podría ser el olor? El equipo colocó camisetas de algodón, vestidas la noche anterior por experimentadores hombres o mujeres, junto a los ratones, y los efectos fueron idénticos a los causados por la presencia misma de las personas.
Respuesta primordial
Otros experimentos demostraron que los efectos estaba provocados por señales químicas (feromonas) que los hombres secretan desde la axila en concentraciones mayores que las mujeres. Estas señales químicas advierten a los roedores de la presencia de animales machos cercanos, ya que todos los mamíferos las comparten. Los investigadores creen que se trata de una respuesta primordial ante el olor de un macho solitario en los alrededores, que probablemente esté cazando o defendiendo su territorio. Mostrar dolor sería mostrar debilidad.
Los científicos creen que es posible que el sexo del experimentador influya en el hecho de que algunos estudios con animales no puedan replicarse en otros laboratorios, algo que actualmente no se tiene en cuenta. La buena noticia es que «el problema se resuelve fácilmente mediante simples cambios en los procedimientos experimentales. Por ejemplo, dado que el efecto de la presencia de un varón disminuye con el tiempo, el experimentador hombre puede permanecer en la habitación con los animales antes de comenzar la prueba», explica Mogil. «Por lo menos, los trabajos publicados deberían indicar el sexo del investigador que realizó el ensayo de comportamiento», añade.