¿Y si la esperanza de vida dependiera de la capacidad para soportar el dolor? Un grupo de investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, ha encontrado un vínculo entre el dolor y la longevidad. En un experimento con ratones, a los que eliminaron un receptor del dolor, los ejemplares que sintieron menos dolorvivieron durante más tiempo que otros. El hallazgo, publicado en la revista «Cell», ofrece una nueva mirada a esa carrera científica parafrenar las enfermedades relacionadas con el envejecimiento y promover la longevidad humana.
La pista del dolor no es nueva. Otros grupos de investigación ya sospechaban de que debía existir un vínculo entre el sufrimiento físico y el acortamiento de los años de vida. Por ejemplo, se sabe que las personas con dolor crónico tienen una esperanza de vida más corta. Y también en el laboratorio, se ha visto cómo a los gusanos y moscas a los que les faltan neuronas sensoriales viven más de lo esperado. Pero es la primera vez que este vínculo entre dolor y años de vida se observa en mamíferos.
Más longevidad en las hembras
Los ratones del estudio, con los que trabajó el equipo de Andrew Dillin, no tenían los receptores sensoriales que les permiten reaccionar a quemaduras y al insoportable picor de una guindilla en la comida. Estos ejemplares vivieron un 12 por ciento más de tiempo que los que mantenían esos receptores sensitivos. En el caso de las hembras, la esperanza de vida fue mayor y llegó hasta un 16 por ciento más.
Además de vivir más tenían factores demostraron algunos síntomas de juventud. Pese a ser mayores podían metabolizar el oxígeno mejor y tenían más células pancreáticas, las células productoras de insulina. Así metabolizaban mejor la glucosa y no tenían diabetes, otra enfermedad relacionada con el envejecimiento.
Adiós al efecto protector del dolor
Ahora la clave está en encontrar una fórmula en traducir estos hallazgos a un tratamiento beneficioso para el ser humano. El reto es grande porque prescindir de la sensación de dolor también puede poner en riesgo nuestras vidas. El dolor actúa como una señal de alerta para protegernos de agresiones.