21 abr 2014

Las momias más antiguas del mundo


En el chileno valle de Camarones, situado en el desierto más seco del planeta, las momias salen de las laderas como si estuvieran ya hartas de permanecer ocultas. En esta población del extremo norte de Chile ya nadie se extraña cuando alguien encuentra algún resto asomando sobre la superficie o cuando afloran bajo las excavadoras de una nueva construcción.Cabeza de momia que muestra una máscara de manganeso.
«En Arica aparecieron a apenas 10 centímetros de la superficie 86 momias de una tacada en lo que iban a ser los cimientos de un hotel», dice Félix Olivares, investigador del Laboratorio de Bioarqueología del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá (Chile). «Y algo parecido sucedió en el terreno que hoy ocupa el Museo Colón 10. Durante la construcción de una vivienda aparecieron varios cuerpos momificados que resultaron imposibles de extraer, así que se decidió comprar el terreno y hacer un museo que sirviese al mismo tiempo para preservar las momias y para difundir la cultura chinchorro», asegura Olivares durante una reciente visita a España.
A pesar de los esfuerzos de difusión que han realizado en los últimos años los investigadores que estudian esta cultura, el nombre de laspoblaciones chinchorro no ha trascendido tanto como otras culturas. Sin embargo, las momias que afloran del suelo por todas partes en este enclave arqueológico como pocos en el mundo no son un patrimonio antropológico y cultural más. Son las momias más antiguas del mundo. «La tradición de la momificación en la cultura chinchorro data de hace 7.000 años, casi 3.000 años antes que las momias egipcias», aclara Olivares.

Poblaciones de cazadores y pescadores

Su descubrimiento no es reciente. Hace casi un siglo desde que elarqueólogo alemán Max Uhle -el padre de la arqueología científica en buena parte de Sudamérica- describió por primera vez las momias chinchorro en su libro Los aborígenes de Arica (1917).
Las poblaciones chinchorro eran grupos de cazadores, pescadores y recolectores que habitaron el borde costero del extremo occidental del continente Sudamericano entre los años 7.000 y 1.500 antes de Cristo. «Ocuparon desde Hilo, Perú, hasta el sur de la ciudad de Iquique», cuenta Olivares. «Eran sobre todo pescadores, de hecho desarrollaron una patología en el oído llamada osteoma del conducto producto de la gran profundidad a la que se sumergían». Según las investigaciones conducidas desde la Universidad de Tarapacá gracias al estudio de las especies encontradas junto a los restos de los chinchorro, podían bucear hasta profundidades de varias decenas de metros.

A partir de las investigaciones lideradas por Bernardo Arriaza, jefe del laboratorio de Bioarqueología y director del Instituto de Alta Investigación, y por Vivien Standen, investigadora de la Universidad de Tarapacá, se ha podido ahondar en los procesos antropológicos y culturales que llevaron a
 esta cultura por la senda de la momificación.Las condiciones atmosféricas de este rincón del inclemente desierto de Atacama ya son de por sí capaces de favorecer la momificación natural. Pero la cultura chinchorro ya en su periodo arcaico -antes de adoptar la agricultura- desarrolló complejos ritos funerarios que no existían en ningún otro lugar del mundo en aquella época.
«La tecnología de los objetos materiales que estas poblaciones manufacturaban no era tan compleja como la egipcia. Por lo que el rito mortuorio de estas momias pone el énfasis no en los objetos, sino en el cuerpo», explica Olivares. Por ese motivo los chinchorro fueron variando sus técnicas funerarias, lo que dio lugar a tres tipos de momias: las negras, las rojas y las momias vendadas, que son una variación de las rojas, según los investigadores.