La única diferencia apreciable son las palabras “Fórmula mejorada” en la etiqueta. Por lo demás, el producto parece exactamente el mismo. Pero la fórmula del popular champú infantil de la marca Johnson&Johnson, así como la de una serie de productos de higiene para bebés de la misma compañía ha sido adaptada para eliminar un par de componentes que habían despertado inquietud entre los consumidores.
Se trata del formaldehído y el 1,4 dioxano, dos productos químicos potencialmente dañinos que, tras recibir presiones de los consumidores hace dos años, la compañía se había comprometido a eliminar de sus productos para finales de 2013. Ambos componentes, sin embargo, no se podían encontrar en las etiquetas ya que, técnicamente, no son componentes.
El formaldehído, que ha sido identificado como cancerígeno, es una sustancia que algunos conservantes, como el quaternium 15, y el 1,4 dioxano, relacionado según algunos estudios con el cáncer animal, se produce como resultado del proceso por el que suavizan otros ingredientes. Un proceso esencial en un producto cuyo reclamo es “No más lágrimas”.
Un movimiento delicado frente a los consumidores
Este mes, Johnson&Johnson ha declarado cumplido el objetivo, y los productos con la nueva fórmula llegarán proximamente a los establecimientos de todo el mundo. La compañía asegura haber retirado los conservantes que producen el formaldehído y haber reducido la presencia de 1,4 dioxano hasta niveles seguros, entre una y cuatro partes por millón.
Este es un movimiento delicado para la multinacional, ya que por un lado está invirtiendo decenas de miles de dólares para retirar ambos elementos de toda su gama de productos mientras que, por otro, asegura que se trata de componentes plenamente seguros para el consumidorUna vez completada la retirada de ambos componentes, otros productos de otras marcas pertenecientes a la compañía, como Neutrógena o Clean&Clear seguirán el mismo proceso. La idea es eliminar ambos químicos de todo el espectro de jabones, champús y cremas comercializados por la empresa.
Este es un movimiento delicado para la multinacional, ya que por un lado está invirtiendo decenas de miles de dólares para retirar ambos elementos de toda su gama de productos mientras que, por otro, asegura que se trata de componentes plenamente seguros para el consumidor. Se trata, según han dicho sus ejecutivos a The New York Times, de una respuesta al cambio en la mentalidad de los consumidores, un público cada vez más informado que demanda a las empresas más atención y respuesta a sus preocupaciones.
Una nueva fórmula, sin que se note el cambio
El esfuerzo de innovación para reformular sus productos sin que pierdan sus características reconocibles ha requerido una gran inversión y no ha estado exento de obstáculos. Cuando los científicos de la compañía comenzaron a trabajar, descubrieron que al sustituir unos ingredientes por otros, comenzaba toda una cadena de reacciones imprevistas.
Imagen del laboratorio de investigación de Johnson&JohnsonAl sustituir uno de los conservantes, el champú perdía su textura, y las partículas se acumulaban en el fondo de la botella. Otro cambio provocó que su característico color miel se convirtiese en marrón. Otro causó un cambio en la textura de la espuma al mezclarse con el agua.
El equipo creyó conseguirlo en una ocasión, e incluso celebraron una cena para festejarlo, hasta que dos días después comprobaron que el líquido normalmente claro se volvía turbio. Y vuelta a empezar.
En total, 2.500 ingredientes fueron descartados, y de 12 a 18 fueron sometidos a prueba por los investigadores, antes de pedir opinión a 74.000 voluntarios. El objetivo era que el cambio pasase lo más desapercibido posible. “Si eres incapaz de notar la diferencia, es que hemos hecho bien nuestro trabajo”, asegura Trisha Bonner, científica jefe de Johnson&Johnson para productos de consumo.